domingo, 23 de septiembre de 2012

LAS LECCIONES DE MI PADRE

 
Sentada frente a su sillón ya no le veo, pero le siento y oigo con claridad sus palabras. Tomo nota atentamente mientras me explica cómo llevar una vida plena.
 
1. El entusiasmo
Transformar todo lo susceptible de ser mejorado y crear todo lo que surja de nuestro interior.
                    
2. La reflexión
Todo es objeto de ser cuestionado.
                         
3. La flexibilidad
Siempre podemos evolucionar en nuestras creencias y convicciones para hallar nuestro propio lugar en el mundo.
                       
4. La curiosidad
La vida solo puede despertar asombro y admiración porque todo en ella es misterio.
                         
5. La conciencia
Agazapada tras nuestras humanas emociones, negativas y positivas, se encuentra la conciencia constatando nuestra existencia.
                         
6. Los retos
Enfocar nuestra energía en el hacer y no desperdiciar ni un ápice. Ellos nos mantienen vivos y en movimiento.
                         
7. El conocimiento
Solo cuando nos abrimos a otras opiniones, culturas y modos de vida podemos relativizar nuestro pequeño mundo y transformarlo.
                         
8. La disciplina
Sin ella nada saldría a la luz ni tomaría forma en la realidad.
                         
9. La confianza en uno mismo
Acallar el ruido externo para poder escuchar nuestra voz interior.
                         
10. El amor
La última lección pero la más importante de todas porque este todo lo envuelve como la definitiva energía de la vida. En la etapa de su enfermedad mi padre vivió el amor con la máxima intensidad. Lo dio y lo recibió minuto a minuto. Y nos puso las cosas muy fáciles. No éramos médicos ni expertos, pero podíamos hacer algo sin titulación: expresarle nuestro afecto porque él estaba plenamente abierto a recibirlo. Así se transmite la energía: fuente y destino conectan sin impedimento alguno.
 
De todas las lecciones mencionadas, aparte de la conciencia, la primera y la última son fundamentales: el entusiasmo, como el impulso vital básico, y el amor, como la energía que ayuda a que se despliegue en la dirección correcta.
 
Mi padre quería que se le recordara como un hombre de mente abierta, optimista y luchador.

Así lo haremos.