Aquellos seres aparecieron allí como por arte
de magia. La teletransportación había sido un éxito. Los humanos ni tan
siquiera habían advertido su presencia. La primera misión había consistido en
llegar sin ser vistos. La tienda ofrecía el marco perfecto. Hacía tiempo
que habían descubierto el ansia del humano por el consumo, y la proliferación de
tiendas era un hecho en cualquier población del planeta. El disfraz de maniquí era perfecto antes
de pasar a la acción. Primero observarían el deseo del humano en la mirada. Este
suele decir que los ojos son las ventanas del alma. Y luego sabrían cómo
dominarlo. El conocimiento lo utilizarían a modo de anzuelo permanente para
conducirlos hacia ninguna parte excepto hacia la satisfacción de los deseos del
nuevo Señor. Por el momento, nadie se había dado cuenta de la maniobra. Las
instrucciones eran claras: conoced sus deseos y anhelos, luego sometedlos. Además, les tranquilizaron: no temáis, llevan tanto tiempo en el planeta
y aún no se han dado cuenta del inmenso poder que poseen. Nunca se les ha
ocurrido mirar en su interior.
Foto y texto: Artica Blues