sábado, 31 de enero de 2015

¿POESÍA O DESTRUCCIÓN?






Pasé rápidamente junto a la pared y en principio no vi nada. Suele ocurrir. Volví atrás y la observé con más detenimiento. Entonces, me llamaron la atención tantas cosas. Una concurrencia de formas, colores y luz imprimía carácter a aquel muro gris.  ¿Quién se habría molestado en pegar una imagen o pintar algo que estaría condenado al olvido y, posteriormente, a la destrucción? A lo mejor la motivación había sido exponerlo al ojo público o dejar una huella personal en la anónima fauna urbana. Quizá solo fuera un acto de poesía colectiva... 

Foto y texto: Artica Blues

sábado, 10 de enero de 2015

EL GRUPO


Los vi subiendo por la cuesta como cada día a la misma hora. Su puntualidad era uno de sus puntos fuertes. El grupo se mantenía unido, preparado para dirigirse a los puntos establecidos. La lealtad al jefe era máxima, por miedo o por ausencia de opciones. Quizá alguno le admirase. Portaban sus herramientas de trabajo y estaban concentrados. Se les iba la vida en ello. Se adaptaban a las circunstancias y no faltaron ni un solo día.  El grupo de mendigos hizo ese día su trabajo como de costumbre para comer. Solo que nunca serían socialmente aceptados.

Vi a un grupo de hombres bien vestidos  bajando de coches de lujo. La decisión y la determinación eran patentes: sabían hacia dónde iban y lo que tenían que hacer. Al entrar en el edificio los recibió la máxima autoridad competente. Las cámaras de televisión les enfocaron. Sonrieron, les iba la vida en ello. La puntualidad no era su fuerte, pero habían estudiado en las mejores universidades del mundo, sabían hacer y devolver favores y les protegían abogados de primera. Su red global de contactos era su principal activo. También era conscientes de la importancia de mostrar una imagen impecable para esconder los pecados mundanos. La doble moral se había sumergido con tanta  fuerza en su subconsciente que ya ni siquiera la advertían. La sociedad les aclamaba.


Observé cómo llegaba una ambulancia. El grupo bajó del vehículo perfectamente coordinado. Cada uno sabía exactamente lo que tenía que hacer. Formados, entrenados y curtidos en la experiencia, pusieron su propia adrenalina al servicio del accidentado  y se olvidaron de sus problemas cotidianos. Todos a una hicieron lo posible por salvarle la vida. Uno de ellos le tomó la mano y le susurró al oído: “Aguanta, esto pasará”.  Cada uno desempeñó su trabajo con el máximo cuidado. Cada segundo contaba. Al llegar al hospital y comprobar que el paciente había recobrado sus constantes vitales, respiraron aliviados. Cada uno de ellos pensó para sus adentros: “Ha sido un buen trabajo”.   Al acabar la jornada, simplemente dejaron la bata en la taquilla y volvieron a sus casas. No eran importantes pero importaban.

Texto: Artica Blues