Un niño es un
ser único.
La vida lo
puso a tu cuidado.
No proyectes
tus frustraciones.
Ni le sometas
a tu designios.
Simplemente
porque así te lo indicaron.
Un niño es un
ser único.
Observa su
tremenda fuerza.
Te mira, te
exige, te necesita.
Todo eso a
veces te supera.
Pero le va en
ello su supervivencia.
Un niño es un
ser único.
No le
transmitas todas las normas.
Que aprendiste
por inercia.
Como si fuera
una tabla de multiplicar.
No conocías
otra cosa ni otra manera.
Un niño es un
ser único.
Riégalo con
amor.
No con
reproches que te convengan.
Él no está
cansado como tú.
Nació ayer
para estrenar la vida.
Un niño es un
ser único.
Ponle límites
con sabiduría.
Que suelen ser
los del ejemplo.
No le eduques
en tradiciones obsoletas.
Que aprisionan
el alma.
Un niño es un
ser único.
Su curiosidad
le puede.
Crece en
dirección a la felicidad.
Como lo
hiciste tú hace tiempo.
Antes de ser gravemente
contaminado.
Un niño es un
ser único.
Tiéndele no
una sino las dos manos.
Más que nada
para guiarle.
Hazle saber
que a veces no sabes.
Pero que estás
en ello, buscando.
Un niño es un
ser único.
Inspírale
respeto por sí mismo.
Y por su inmenso
espacio interior.
Enséñale a
respirar en él.
Nadie debe
transgredir lo que le pertenece.
Un niño es un
ser único.
Vas por
delante.
Únicamente es
eso.
Tú no sabes
más ni menos que otros.
Muéstrale cómo
aceptar la incertidumbre.
Y déjale soñar
con su vida, no con la tuya.
Un niño es un
ser único.
La etapa vital
en la que debe comenzar el respeto.
Artica Blues