domingo, 27 de enero de 2013

LA FOTO


En cualquier lugar de España un grupo de personas se prepara para salir en la "foto de familia”. Podrían ser banqueros, políticos o famosos. Da igual. Las personas a su alrededor trabajan en silencio para que ellos puedan ver cumplidos sus sueños. La vida misma.
Hemos entrado con mal pie en el siglo XXI, y en lugar de ir hacia adelante, vamos hacia atrás. Unos viven de otros, como vampiros y víctimas. También podríamos hablar de la eterna división entre manipuladores y sumisos, por decirlo de otro modo. En ningún país de Europa se venera con tanta devoción la figura del “listillo” y del aparentar sacando pecho para impresionar y achantar. Depredación pura y dura, amparada por el gobierno, por el poder financiero y por la moralidad más rancia. Hay momentos en que leer un periódico es como leer un comic. Algo positivo hay en ello: se le quita hierro al asunto. Pero  todo este surrealismo mágico de la España más profunda esconde ya tantos dramas humanos que la situación en algún momento va a reventar. Desahucios con niños incluidos y servicios sociales en paradero desconocido. Privatizaciones cuya única finalidad es que los lobos del mercantilismo, familiares de los que detentan el poder, salgan como locos de su guarida para conseguir la presa. Dinero camino de Suiza y controles extremos para cualquier individuo que cobre mil euros. ¿Dónde está el respeto a la dignidad humana? ¿No era esto una democracia? La culpa no la tienen en exclusiva los depredadores, la tenemos todos, por dejarles hacer. Poner límites, gritar “basta” y centrarnos en la creación de algo nuevo, distinto y decente es labor nuestra. Creo firmemente que de todo esto va a salir algo bueno. La historia lo demuestra. Tras épocas oscuras, vienen otras más luminosas. Un péndulo invisible reconduce constantemente las cosas para llevarlas de un extremo a otro en la búsqueda de un término medio, que a veces tarda mucho en encontrarse. Existe el peligro de perder el respeto al poder del tipo que sea, pero de una España educada en el autoritarismo solo podía salir esto. En el fondo estamos deconstruyendo para volver a construir. Los cimientos no servían. Crear un nuevo futuro pasa por recuperar el poder personal y aprender a ver más allá de los límites en los que nos han educado. Y, algo fundamental, formar niños libres. El día en que los españoles hayamos integrado realmente en nuestro ADN el respeto a nuestra propia dignidad personal habremos ganado una larga batalla. “Libertad, igualdad y fraternidad”, ya lo decían los franceses. Esperemos que esta vez no llegue la sangre al río. Pero sí es hora de que los que no salimos en la foto dejemos a los listillos sonriendo mientras dicen “patata”.