Niños y adultos pintando un mural
Instantes
mágicos se suceden cuando un grupo de personas se coloca frente a un papel en
blanco armadas únicamente con pincel y pintura. Los colores actúan a modo de
catalizadores de lo más profundo, lo más íntimo, el yo más esencial que se
encuentra en nuestro recóndito interior. Nos concentramos, nos conectamos y
las formas empiezan a manar con entidad propia. Esta se manifiesta ante nuestros
ojos para indicarnos que no somos solo lo obvio ni vemos únicamente lo evidente,
que algo espera a despertar para salir a la luz. Un mensaje aguarda a que
hagamos la pregunta. Nos lo han repetido miles y miles de veces “la respuesta
está en el corazón”, pero seguimos mirando fuera, el lugar donde reina el caos
en vez de dentro, donde solo existe paz, y desde ella todo resulta más fácil.
Foto y texto: Artica Blues
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