Acaba una Navidad plagada de papás
pitufo, mamás pitufo, homers simpson, tortugas ninja y mickeys. Y de más
globos que nunca. Se ha notado que hay que buscarse la vida como sea. No han
faltado las familias con pelucas de pinos navideños, cuernos de reno y rizos de
colores. Parece ser que seguimos riéndonos de nosotros mismos. Síntoma de salud
mental. También se han visto árboles navideños, escuálidos por los recortes, repartidos
con mesura por Madrid. Así como la enorme cola del Navibus (el autobús especial
para ver la ciudad en Navidad). Cortylandia una vez más ha sido fiel a su cita
anual (no sé qué sería de las fiestas sin el Corte Inglés), con su música, muñecos
en movimiento y voces en off, aunque empieza a desprender cierto aire de consumismo
decadente. Se han vendido regalos para Papá Noel y para Reyes. Se ha comido, se
ha bebido y se ha cerrado el año. Empieza otro que solo puede ir a mejor porque
ya no se puede ir a peor. ¿O sí? En cualquier caso, ¡FELIZ AÑO!
Texto y fotos: Artica Blues
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