Las
coloqué con esmero sobre un fondo negro para que no desmerecieran. Tan rojas,
tan apetecibles, tan vivas. Si las hubiera colocado junto a algo más bello, ya
no lo serían tanto. La belleza suele ser relativa. Pero aisladas de cualquier
contexto, eran simplemente fresas en todo su esplendor, deseables por sí
mismas. Me susurraban: “Cómeme”. Pero entonces llegó un coqueto kiwi, y
simplemente me distraje.
Texto y foto: Artica Blues
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