Cuando
miro las estrellas.
Y creo
en la vida.
Llegas sigilosamente
con tu venda.
Hombre
gris.
Y me
conminas a abandonar.
Cuando
oigo música.
Y bailo
al son de la esperanza.
Me
susurras insistentemente.
Hombre
gris.
Y te
complaces en taparme los oídos.
Cuando mi
piel se estremece de placer.
E
irradia luz de alegría.
Te
acercas con tu saco de esparto.
Hombre
gris.
Y
quieres que me avergüence.
Cuando
mi gusto se deleita.
Y se
siente en un jardín de las delicias.
Me
sirves limón y ajo.
Hombre
gris.
Y me
cambias el plato.
Cuando mi
olfato huele a él.
Y me dejo
envolver por su aliento.
Te
aproximas exigiendo insolente atención.
Hombre
gris.
Y me bajas
a tu cloaca.
Pero aquí
donde estoy.
Protegida
por mi corazón.
No hay
lugar para ti.
Hombre
gris.
Mi refugio
es sagrado.
Para acceder
a él.
Nubes,
olas, sol, dulce, aroma.
Solo
hay una contraseña.
Tú no
la conoces. Imposible.
Se
deletrea A M O R.
Artica Blues
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