La luz se cuela por las ranuras de la persiana impregnando de oro la habitación. Puede sorprender o no, depende de dónde tengamos puesta la atención. A veces no hace falta ir muy lejos para dejarse seducir por el momento, basta con estar tranquilo y observar lo que ocurre alrededor. Así un día puede ocurrir que la magia entre por la ventana en forma de luz y nos despertemos creyendo estar en el paraíso.
Texto y foto: Artica Blues
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